Cadáver Exquisito

México, Distrito Federal. El Vive Cuervo Salón se encontraba vestido de negro, maquillado de diferentes formas, ataviado con todo tipo de accesorios, listo para recibir la visita del excéntrico cantante y artista Marilyn Manson, quien visitó nuestro país por cuarta ocasión, esta vez para interpretar algunas canciones de su más reciente y controversial producción discográfica titulada "EAT ME, DRINK ME".

La cita era a las 21:00horas, en este mágico recinto de tan pequeñas dimensiones; sin embargo desde temprano las personas comenzaron a llegar, y poco a poco la fila se fue incrementando hasta rodear el salón.

Terciopelo, botas industriales, cadenas, ropa de cuero, estoperoles, medias, maquillaje, ojos bicolores, señas obscenas, alcohol y mucho rock fue lo que se vivía a las afueras del Vive Cuervo, miles de personas gritando al unisono: ¡MANSON!

De pronto, la lluvia salpicó el lugar, no desitimos y formados, con partes del cuerpo heladas por el frio de la tarde, esperamos aproximadamente una hora para que nos abrieran las puertas del salón, y corrimos hacia el escenario buscando una buena vista y por ende un buen lugar que nos acercara al artista.

Eran ya las 21:10horas aproximadamente, cuando las luces se apagaron, el hielo seco se extendió por el recinto, y pudimos escuchar los primeros acordes de If I Was Your Vampire, la figura del reverendo se posó enmedio del escenario, unas luces rojas se encendieron y Marilyn Manson apareció con un micrófono que terminaba en forma de daga, con el que silmuló cortarse varias veces.

Continuó Disposable Teens, todos comenzaron a brincar al ritmo de la música, mientras el reverendo se acercaba al público para tocar sus manos y regalar unas cuantas miradas fugaces que se perdieron entre las espesas cortinas de humo.

"México, se obsceno" gritaba el cantante, quien reapareció con un sombrero negro para interpretar: (M)Obscene, continuó Just a Car Crash Away, y Sweet Dreams. En esta última salió con un casco similar al de un minero, con el cual alumbró el recinto. Enseguida: Irresponsable Hate Anthem, The fight Song, Lunch box en la cual dividió al público (izq. y der.) para interpretar la canción, como si se tratase de una competencia entre la audiencia. Putting Holes In Happiness, Dope Show, Heart Shaped Glasses, Rock Is Dead, (en la que me perdí en los slams) y The Reflecting God fueron las canciones con las que cerró la primera parte del show.

The Beautiful People fue su regreso al escenario para despedir el concierto, el público gritaba, brincaba, formaba slams y se rendían exhaustos ante el reverendo, a quien le agradecían infinitamente su visita y más en ese pequeño lugar.

Un concierto íntimo, sin show visual, carente de bailarinas, gruas, efectos y todo aquello excéntrico a lo que nos tiene acostumbrados Marilyn Manson, pero... ¿cómo exigirlo? si el lugar no se presta para armar ese tipo de espectáculos, y no por ello significa, como mencionan varios medios que el reverendo nos haya dejado insatisfechos, al contrario, ¿Qué más podíamos pedir teniéndolo a casi medio metro de distancia? y que él en cualquier momento tuviera contacto físico y visual con el público; sentir que se entregó por completo en cada una de sus canciones, verlo felíz, amable y agradecido.

¿Qué más querían? ¿Un escupitajo del Sr. Manson en la frente y parte de la mejilla para ser felices?

Lo siento, ¡ese me lo llevé yo!