Mostrando entradas con la etiqueta opinión. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta opinión. Mostrar todas las entradas

La democracia no se ve en la tele

jueves, 5 de febrero de 2009 en 19:46

Vivimos en un mundo que constantemente es bombardeado de mentiras rentables ubicadas por todas partes, en la calle, al salir del metro, en las vallas, en el transporte público, en la Internet, en el cine, en el correo electrónico, en las canciones, en los periódicos, en la radio y sobre todo, en el poder fático de la televisión; justo ésto es lo que hacen los partidos políticos, el IFE, el gobierno y los concesionarios, hostigan con un sólo sentido el cual está remoto del concepto democracia, el poder, ganar las elecciones “haiga sido, como haiga sido”.

Todo ello se desprende de los 24 millones de mensajes que este fin de semana comenzaron a transmitirse en medios electrónicos a cuenta del Estado y por disposición del IFE con la finalidad de “fortalecer” la democracia y hacer “más” justo el proceso electoral, que después de la votación de 2006 perdió todo rastro de credibilidad. Sin embargo, lejos de motivar la participación ciudadana, lo único que logrará la transmisión sorpresiva de spots será el hartazgo hacia los partidos políticos, los cuales ya de por sí están bastante desacreditados por sus frecuentes desvaríos en su búsqueda de control.

A caso no se dan cuenta los políticos, ni el IFE que al irrumpir la programación –basura- con el paquete de spots no fortalecerá el ejercicio democrático, sino al contrario, será molesto tener que ver y escuchar las falacias de los políticos por cinco meses, y más molesto será que dichos mensajes sean insertados a la mitad de la programación preferida del televidente, tal y como sucedió el sábado en la interrupción de un partido de fut bol y de la programación infantil… ¡infantil! Por cierto… ¿los niños son los nuevos protagonistas de esta guerra sucia llamada propaganda electoral? ¿Son los infantes a quienes les corresponde hablar de política? o... ¿no han checado el spot de Jesús Ortega? que como dijo el señor Ciro Gómez Leyva, “resulta infame”.

Y ya estando en lo inicuo del asunto, volteemos a ver las reacciones de Televisa y Tv Azteca ante esta lucha por el poder, en la que le demuestran al IFE que este instituto para ellos no tiene autoridad, que su “conducta atípica” es la revancha a la Reforma Electoral, la cual les quito millones de pesos, al no permitir que los partidos hicieran promoción fuera de los lapsos asignados , es la revancha porque los tiempos oficiales no se venden.

Debería urgir una regulación por parte de la Secretaría de Gobernación a las excesivas barras comerciales, así como para el manejo de las pautas y el respeto al televidente, al cual asfixian y saturan de promesas políticas, donde el único resultado será la apatía electoral ante la imposición absoluta en busca del voto.

¿Será que las televisoras, los partidos, el gobierno y el IFE comparten el mismo concepto que Fox respecto a la democracia?

“Lo que pasa es que hay métodos democráticos de otro estilo, pero al final la democracia tiene distintas maneras de aplicarse”.
Éso también, resulta infame…

El ideal de la razón acribillado por el poder de prohibición

lunes, 13 de octubre de 2008 en 23:59

La utopía y los medios

¿Se vale delirar?, ¿Se vale soñar que puede existir una sociedad mejor y más informada?, ¿Se vale fantasear con la pluralidad de información en un entorno donde todo está prohibido?, en un medio en el que hay imágenes prohibidas, noticias prohibidas, temas prohibidos y hasta palabras. Sí, ya existen las palabras prohibidas. Eso es la utopía, una zona que no puede albergar la independencia informativa cuando los intereses del gobierno controlan los de la redacción.

Tal es el caso de las periodistas mexicanas, Carmen Aristegui y Sanjuana Martínez, quienes dentro de la celebración de la Octava Feria Nacional del Libro en el Zócalo de la Ciudad de México, expusieron sus ideas en la mesa redonda La utopía y los medios. Esa lucha por un espacio para el periodismo socialmente responsable, y plenamente informativo, devorado por los intereses del duopolio televisivo, sumiso a las órdenes del Estado y autocensurado, repeliendo el deber de su profesión.

Carmen Aristegui, expresó lo lamentable que resulta que los periodistas al realizar su deber de informadores, antepongan los intereses de la empresa en la que trabajan, después los suyos y finalmente los de la sociedad, cuando utópicamente debiera ser al revés, y se vuelve una quimera porque son muy pocos los periodistas que en su labor insisten en poder darles voz y representatividad –en los medios- a aquellos que carecen de ella, y si se atreven a hacerlo son censurados, y no solamente en el medio en donde participaban, sino que se enfrentan a un sin número de puertas cerradas; pues quien hoy es dueño de una estación radiofónica, tiene también un periódico y pertenece a una televisora, por lo que el acceso a los medios informativos es precario, por ello surge la necesidad de buscar asidua información en medios alternativos: televisión por internet, radio por internet y blogs, que no tienen otro fin más que mostrar la otra versión de la noticia, y que además están completamente alejados de la parte mercantil.

Es una utopía pensar que los medios “informativos” como la televisión, cumplen con ésa tarea, y es aún más patético saber que el 90 por ciento de la población se “informa” y forja una opinión a través de los contenidos que emiten noticiarios de las dos cadenas televisivas más importantes de nuestro país. Noticiarios que muestran la información tal como quieren o como mejor les convenga, noticiarios que se vuelven “arrodillados” del gobierno, mismo que decide qué informar, qué no informar, cómo hacerlo y cómo no hacerlo.

La mayoría de las veces entre el poder mediático se tiende a confundir libertad de empresa o mercantil con la libertad de expresión. Ésta última debe estar sometida al legítimo derecho que poseen los ciudadanos a recibir información veraz que le permita construirse juicios propios. Los intereses que están detrás del periodismo y del periodista no les son posibles llevar a cabo una labor con la imparcialidad necesaria en una democracia, pues la mayoría han faltado a su obligación ética al sumarse de forma activa a las posturas de sus empresas.

El caso de Aristegui y de Sanjuana, por el contrario, muestran la imposibilidad, de ofrecer de manera perpetuada y a criterio libre una visión personal al margen de los deseos persuasivos y manipuladores de una gran empresa de comunicación.

Ambas periodistas concluyeron que definitivamente soñar con información plural y garantizada en un país no democrático no tiene como finalidad cambiar los estándares sociales, sino hacer conciencia de que nos están dando lo que al gobierno y a los consorcios les conviene; solo de nosotros depende seguir bajo esa línea mimetizada de información o buscar nuevas alternativas, ya que estos tiempos de crisis se antojan buenos para la televisión, para distorsionar los paisajes fatigosos de la realidad, y con ello no se busca “eliminar todo resquicio de esperanza de los mexicanos” como mencionó el Presidente de la República Mexicana, Felipe Calderón; sino proporcionar la información, la noticia, no creada, ni matizada y mucho menos transformada de acuerdo a intereses privados. Los medios deben dar a conocer las noticias con objetividad; nunca deben olvidar que no son la realidad.

La noticia y la información no son una mercancía más, sino que tienen un contenido de interés público y formativo que no puede quedar subordinado a intereses de grupo alguno.
Se habla de utopías en cuanto al contenido regulado por los medios, pero mientras no nos permitamos soñar con dicha pluralidad no hemos de poder reclamar nuestro derecho a la información.

“La información es poder” y el poder radica en la voluntad.



Las periodistas Sanjuana Martínez y Carmen Aristegui.

LA ALFOMBRA ROJA

sábado, 11 de octubre de 2008 en 21:46

Medios e Inseguridad


Hasta hace algunos años, las matanzas entre narcotraficantes eran sólo éso, un ajuste de cuentas entre carteles, un problema del cual el individuo no era víctima, sino espectador en un espacio lejano.

Hoy, no se pueden establecer los bandos de quién defiende, ni de quién amenaza, pues se ha revelado la participación de la policía en varios actos de violencia, no se sabe quién es el enemigo, pero sí sabemos que estamos en la mira; el ciudadano común se ve agredido por dichos acontecimientos de un manera más personal y directa. El crimen es ubicuo.

Estamos llegando a un punto donde impera la ley del más fuerte y donde la sociedad desconfía y teme a sus autoridades, escéptica ante los supuestos " logros" del Gobierno e indiferente al sangriento acontecer que ornamenta día con día las principales páginas de los periódicos, mismo que mantiene el rating de los diversos noticiarios; mostrando detalladamente, todas las disparidades violentas de la perversión humana.

Perversiones que no causan horror, si no indiferencia, pues cada cifra y cada método de tortura detallado de crueldad nos resulta familiar. Los medios se han convertido en vitrinas del horror, mostrando explícitamente un sádico show de la tragedia humana, condicionando a la sociedad a que se le muestre la verdad, habituando a su público a las imágenes y el sensacionalismo cada vez más violento, por el cual compiten. Dicho reflejo, creado para introducir a aquellos que, en el combate a la delincuencia se quieren alzar con una representatividad que no tienen; es decir, la intervención de la política -como "héroes"- a la sociedad.

Personajes que utilizan dichas tragedias (secuestros, asesinatos, bombas, crímenes pasionales y de venganza, atentados, etc.) como slogan de su propaganda política; y se ponen el banderín de “La lucha contra la delincuencia”, el cual lucen en la pasarela alfombrada, teñida de color rojo, de la sangre de las víctimas, a las que utilizan en los diversos discursos del Gobierno (Y se pregunta por qué la ciudadanía ha optado prescindir ése valor fundamental, la democracia).

El papel que deberían jugar los medios de comunicación, respecto al tema de la inseguridad y crimen organizado, es el de una ética en la información, disolver el ambiente de desconfianza y miedo que ha permeado en la sociedad. Y los hago responsables porque han activado los mecanismos de control más férreos para la protección social, porque entre más crímenes se cometan y éstos sean públicos, más miedo tendrá la población, lo cual resultaría benéfico puesto que es un medio de control.

De modo que debería caber la ética en los contenidos que se emiten en los diversos medios de información, es decir, dejar de ser el desagüe para la morbosidad social, lo que se debería presentar es el respeto a la intimidad, la solidaridad; pero sin ocultar la verdad, sino regulando la difusión de la nota roja.


"Todo periódico, de la primera línea a la última, no es más que una trama de horrores. Guerras, crímenes, impudicias, torturas, crímenes de príncipes, crímenes de naciones, crímenes de particulares, una borrachera de atrocidad universal. Y es de este aperitivo repugnante con lo que el hombre civilizado acompaña su comida de cada mañana”.
Charles Baudelaire

De secuestros, marchas y políticos... ¡Basta Ya!

viernes, 15 de agosto de 2008 en 12:30

Hace unos días se dio la noticia en los diversos medios de información, del secuestro y asesinato del niño, Fernando Martí; y resulta patético que este suceso apenas conmueva los sentimientos de las figuras políticas de nuestro país.

¿Necesitamos chutarnos la nota roja del asesinato del hijo de un empresario para que en este país se haga conciencia y se tomen las medidas correctas para comenzar a preocuparnos por la delincuencia?

Me molesta que constantemente se reproduzca en los medios: " La muerte de ese muchacho significa la descomposición social a la que hemos llegado". ¿La muerte de ese muchacho? México es el país con mayor número de secuestros, es una realidad, no es la primicia en la sociedad. Es decepcionante que tenga que ser éste (por su posición social y acceso a los medios) y no otro caso de secuestro por el cual la sociedad se moviliza, se alarma y se protege.

La desgracia que sufre la familia Martí, la viven día con día muchas en este país, de todos los estados, edades, sexo, religión y clase social. Ante ello, y como reclamo; la sociedad harta de que estos sucesos sean reconocidos como una cotidianidad, ha levantado la voz, exigiendo a las autoridades de los tres poderes de la unión trabajen coordinadamente en favor de la seguridad, para que todos los mexicanos podamos vivir tranquilos. Su reclamo será manifiesto a través de una marcha contra la inseguridad (Iluminemos México), la cual se realizará el 30 de agosto, y en la que se ha convocado a la sociedad para que participe e igualmente demande seguridad.

Pero... ¿Por qué exigir lo que es deber a las autoridades mediante una marcha? ¿Qué sentido tiene? Responderé a la primera pregunta de la siguiente manera, porque a los políticos no les interesa combatir el crimen organizado; y hago esta aseveración teniendo como base el comportamiento ridículo e irresponsable del Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, quien se ha negado a reunirse -en privado- con el presidente, Felipe Calderón en el Consejo Nacional de Seguridad.

Pese a que el reclamo contra la inseguridad viene por parte de la sociedad, Marcelo Ebrard ha enfrentado al presidente, y siguiendo una línea delimitada por López Obrador, el Jefe de Gobierno no sabe cómo responder a esa demanda social, y al mismo tiempo a los designios del presidente legítimo, lo cual evidencia el secuestro del que él es víctima por parte de su mentor.

Si tenemos a las figuras públicas y a la autoridad secuestrada, ¿cómo demonios se va a combatir el crimen organizado? Si la Directora de la Subprocuradoría Especialiazada contra la Delincuencia otorga una entrevista sobre el mismo tópico dando la espalda. Se imaginan cuánta gracia causo este suceso a los criminales, cuánto poder les está otorgando esta mujer a las bandas de crimen organizado. Entonces, como dijo López Dóriga, los responsables de los medios también deberían dar las noticias de espalda.

México está secuestrado, atrapado entre las cadenas del miedo. La marcha de "los Iluminados" será secuestrada también por los intereses de figuras y partidos políticos que con su solidario apoyo, creen que aportan o retribuyen con algo a una sociedad amordazada. Es completamente incongruente e hipócrita ésta actitud, pues son las autoridades y los políticos quienes no han provisto la seguridad que demandan los ciudadanos.

La marcha se ahogará en el silencio, no tendrá consecuencias, al menos no positivas. Mientras sigan secuestradas nuestras autoridades y se respire el miedo; México se quedará en espera de la recompensa jamás pagada.

Las Ciencias de la Comunicación y sus lacayos.

jueves, 24 de julio de 2008 en 10:47

Resulta válido cuestionarnos si realmente existe algo llamado, Ciencias de la Comunicación, ya que con el paso de los años, hemos sido víctimas de la deformación del concepto Ciencia aplicado a dicha carrera. Entiéndase a ésta como el conocimiento racional, exacto y verificable a través de la investigación sobre cualquier campo.

La paradoja se evidencia, cuando las universidades dejan fuera la investigación. La línea mimetizada que siguen los programas universitarios se subyuga a formar comunicadores, y no comunicólogos; la diferencia radica en que los primeros no cuestionan los fundamentos de su oficio, es decir, ejercen un saber sincopado a la parte práctica o técnica. Por el contrario el comunicólogo, es aquel que realiza investigación en comunicación, asentando una metodología adecuada que la solvente como ciencia.

El comunicólogo sabría sacar beneficio de las disciplinas cuyos avances metodológicos permitan asentar investigaciones, y de este modo otorgar la respuesta para el problema interdisciplinario que tienen las llamadas asignaturas sociales para constituirse como ciencia.

Hoy más que nunca debe revalorizarse la figura del comunicólogo, es decir, del periodista que es un auténtico científico social, pues se ha de saber interpretar una sociedad, que por encima de todo es compleja, y analizar profundamente su entorno. La mirada del comunicólogo debe ser reveladora y llegar más allá, donde no lo hace el conocimiento ordinario.

Por otro lado, el comunicador es entonces, un buen profesional en su área, conoce bien la tarea que tiene entre manos, pero que fuera de ese contexto va a la deriva, sin ideas claras, atrapado en el mundo de la información, que le distrae, pero que poco a poco le convierte en un hombre superficial, indiferente y permisivo, en el que anida un gran vació moral.

Con ello se evidencia, que no se busca nada en especial, sino que sólo se juega a no renunciar. El comunicador deambula por la oferta elástica de posibilidades, está en todo y en nada. Es capaz de verlo todo y de escapar fugazmente de cualquier detención.

Por lo tanto, el trabajo de los nuevos comunicólogos nos cubren de mensajes e informaciones minuciosas que no son formativas, que no ayudan a construir un ser humano mejor, con más criterio y mejor dispuesto para acercarse a la verdad, pues, una sociedad que no es capaz criticar, debilita sus bases morales, y deforma los comportamientos humanos que sólo mueven un sentido materialista. El sensacionalismo se presenta al momento en que la capacidad del individuo se ve mimetizada, al mismo tiempo que también sucede con la del informador. El individuo queda cautivado por todo y por nada a la vez, queda diseminado por una opción banal que recorre su pantalla, es alienado por el aluvión de cosas que le distraen.

El individuo vive prisionero del lenguaje, juega con las palabras, las acomoda a sus intereses y lleva su significado como mejor le parece. Acepta la verdad, pero como condición de trasformarla en hija de sus deseos.

El hombre insatisfecho por la saturación de la información termina por perder su referente, lo cual actúa de disolvente de cualquier trascendencia, es decir, deja a la persona informada, pero no formada, sin criterios, suspendida en la interrogación de tópicos tan efímeros que no sabe combatir.

Canal Once, una elección idónea e inteligente.

sábado, 17 de mayo de 2008 en 20:30

Las emisoras televisivas no comerciales en el país podrían formar eso que han llamado "la tercera cadena". La garantía de contenidos diferentes está certificada. Los valores que transmiten se caracterizan por informar, analizar y difundir aquellos aspectos de las artes mayores y de los ciclos fílmicos que al comercio no le interesan.

Es por ello que llegué tocando las puertas de Canal Once, porque estoy harta de banalidades y estupideces embrutecedoras, porque ¿por qué no apostarle a los rubros que están abandonados?, que aparecen como un cero a la izquierda en el presupuesto de los concesionarios... ¿qué, la cultura y la educación no son rentables? O… ¿Acaso deben serlo?

Yo sí le apuesto a estos sectores, porque me enerva la estupidez televisiva, porque en México hace falta gente inteligente, personas interesadas en la cultura, en crecer intelectualmente, y estoy de acuerdo que la tv no te forjará como un ser pensante, sin embargo, al ofrecer otro tipo de contenidos, se busca que las propuestas televisivas dejen una enseñanza, algo que compartir entre la audiencia, reflejando así un televidente inteligente que busca y al mismo tiempo exige calidad.

Porque la línea que maneja Canal Once es netamente educativa, porque fomenta la cultura, la investigación, la innovación y sobre todo, porque tiene calidad, por todo ello quise formar parte de la emisora, de otra visión y de otro pensamiento, porque como futura profesionista de las Ciencias de la Comunicación, hoy más que nunca se debe revalorizar la figura del comunicólogo, es decir, del periodista que es un auténtico científico social, pues hemos de saber interpretar una sociedad que por encima de todo es compleja, y analizar profundamente su entorno, nuestra mirada tiene que ser reveladora y llegar más allá, donde no lo hace el conocimiento ordinario.

Fui asignada en el área de Monitoreo de Medios, perteneciente a la Dirección de Comunicación de Canal Once, y me entrevisté con quien sería mi supervisor, hablamos sobre la Ley Televisa, horneada al calor de la contienda presidencial, puesto que la mayoría de los políticos votaron –sin lectura previa, en una sesión de 7 min- por lo que mejor convenía a los intereses de los concesionarios, y mucho se decía, era el fin de los medios públicos, a los cuales se les imponen exigencias inadmisibles sometiéndolas a donaciones y a presupuestos estatales que les obligan a trabajar en condiciones precarias.

Recuerdo que en la entrevista salió que la Ley Televisa fue el nombre informal concedido por la revista Proceso a las modificaciones a la Ley Federal de Telecomunicaciones y Ley Federal de Radio y Televisión, ya que dicha ley inhibe la competencia y fomenta el poder del duopolio televisivo Televisa – Tv Azteca, ya que se les concedió el uso libre del espectro digital de frecuencias, es decir, los espectros fueron un regalo al medio privado.

Otro tema a tratar fue la incumplida Ley Federal de Radio y Tv, emitida por gobernación, en la cual también resulta inocultable el conjunto de privilegios que se otorgan a quienes gozan de una concesión federal en tv, resplandeciendo en el nuevo intento, la tendencia contra los medios públicos, a los cuales, se les exige transformarse en centros de educación y cultura, sin embargo, estamos de acuerdo que el objetivo de la tv no es el de educar, sino el de entretener, entonces por qué darle tanta importancia a estos medios, si como sociedad estamos educados por y para la tv privada.

Sin embargo, con los medios educativos, la sociedad podría contar con elementos nuevos en la formación de sus juicios, gozar de entretenimiento diverso y opiniones plurales. La identidad de la nación no estaría en manos de concesionarios. Sólo que todo esto es utópico, ya que diputados, senadores y otros próceres sólo son movidos por otros intereses: justo lo que va en contra de una mejor y más aguda conciencia colectiva.

Son los medios de comunicación, los que nos dicen qué leer, qué hacer y qué pensar, tienen tanto poder de persuasión y nosotros tanta vulnerabilidad para ser embrutecidos… y viene lo paradójico entonces, si estudias ciencias de la comunicación ¿por qué criticas a los medios? Porque urge una reforma, un cambio en éstos, porque lo que critico es el espectáculo ridículo que éstos ofrecen y del cual, la mayoría de la sociedad somos partícipes, el resultado es la alienación del individuo, la ignorancia; las acciones se reducen a lo que su mimetizada capacidad analítica permite realizar.

Hoy puedo decir que me voy satisfecha, que me llevo bastante, profuso aprendizaje y pocas, pero significativas decepciones, o talvez lo correcto sea llamarlas realidades, porque al estar trabajando en medios me di cuenta que no todo es "bonito" como nos lo pintan en la escuela y qué bueno que no todo es rosa, porque esas son las experiencias que realmente eriquecen. Dentro de mi área me empapé de conocimiento, tanto de política, como de la Industria en Telecomunicaciones (las reformas, espectros, amparos, leyes, etc.) que si bien me sirvió como conocimiento élemental de la carrera, en bastas ocasiones, también para debatir en la Universidad, aunque la mayoría de veces me coartaran por “tirarle” a las personas mí grupo, pero no de mí equipo…. Conocí a distancia la producción televisiva, los foros de grabación, los conductores de la barra Once Niños y demás personalidades que pocas veces topaba en los pasillos.

Mi estancia en la emisora, siempre fue buena, la gente con la que conviví a diario fue solidaria, amable y respetuosa, marcando siempre un ambiente de confianza, lo cual hacía que día con día me costara más trabajo hacerme a la idea que en poco tiempo tendría que despedirme de la televisora y de la gente que ahí labora, con la cual hice amistad que no solamente fue temporal, sino que me llevo esos lazos fuera de la institución y por mucho tiempo. Nunca vi mi estancia como un trámite, realmente estaba gustosa y comprometida con lo que hacía, y ese mismo compromiso hace que quiera regresar, pero ahora no a cumplir un servicio, sino que ahora voy en busca de un lugar.

EDITORIAL

miércoles, 10 de octubre de 2007 en 19:55

Parece un tanto contradictorio hablar de subculturas en el seno de una sociedad instituida sobre la cultura, base de su ideología, con una concepción clara y correcta de la existencia y de la realidad.

Entonces, ¿no sería una subcultura una forma alterna de cultura?
La subcultura es un reto a los valores que en nuestra sociedad tienden a volver al hombre un ser unidimensional, en donde sólo es válida una forma de actitud hacia la existencia, lo cual traé como consecuencia la represión de la expresión del hombre. La subcultura aparece entonces para darle un aspecto diferente al alma humana.

Las formas de expresión de la subcultura es refutar la visión que se tiene acerca de la vida misma, es gritarle a la sociedad: ¡También existe esto! Su primera característica es su forma destructiva de los valores éticos y estéticos de una cultura oficial, es por ello que se toma una actitud despectiva hacia ésta, sin embargo no sólo se reduce a esta cualidad, sino que de ella aparecerán sus valores y códigos de expresión; serán éstos sus ideales, el encuentro de lo bello y con ello de la verdad.

Se entiende así que no se es nihilista, ni antiestético, ni inmoral, es sólo un estilo de vida realizado al lado de una filosofía. Actualmente este término ha sufrido modificaciones, ahora las subculturas son adoptadas por los jóvenes para cobijarlos, y como en cualquier otra, existe una apariencia y un uniforme, de esta forma le muestran a la sociedad de qué están hechos.

En un sentido amplio, las subculturas se refieren a la manera en que las experiencias sociales de los jóvenes son expresadas colectivamente mediante la construcción de estilos de vida distintivos, localizados fundamentalmente en el tiempo libre.

En un sentido más restringido, la aparición de “microsociedades”, con grados significativos de autonomía, su expresión más visible es un conjunto de estilos espectaculares, aunque sus efectos se dejan sentir en amplias capas de la juventud. Este cambio implica también un cambio en la manera de mirar el problema, ya que éste se transfiere en la pérdida de la identidad. Las apariencias a lo espectacular; es decir, las subculturas se traducen en estilos más o menos visibles, que integran elementos materiales e inmateriales provenientes de la moda, la música, el lenguaje y las prácticas culturales. Estos estilos tienen una existencia histórica concreta y la mayoría de las veces desconocida por quienes las adoptan, son a menudo etiquetados por los medios de comunicación y pasan a atraer la atención pública durante un período de tiempo, aunque después decaigan en moda y filosofías superfluas.

Las diversas subculturas se han identificado por la posesión de objetos, el cuidado de su estética es lo primordial. Sin embargo, a pesar de su visibilidad, las cosas simplemente apropiadas o utilizadas por sí solas no hacen un estilo. Lo que hace un estilo es el pleno entendimiento de los ideales y valores que producen y organiza una identidad de grupo.

Seres Ambivalentes

miércoles, 26 de septiembre de 2007 en 14:14
Actualmente formamos parte de una generación que se está desarrollando delante de las pantallas; vivimos en un mundo de redes, es decir, con relaciones que se desconectan fácil y rápidamente, no de relaciones que perduran y se sienten.

Hemos perdido la noción del ser. Necesitamos de terapias, yoga, viajes exóticos, renovaciones constantes a través de técnicas que en su mayoría de veces desconocemos, nos acercamos a los astros y a mil charlatanerías, con el objetivo de encontrar nuestro propio ser.

La gente busca relacionarse y ser pareja, pero en realidad no están preocupados para que sus relaciones crezcan y perduren, entonces ¿Cuál es el verdadero objetivo de la búsqueda? ¿Se busca realmente el logro de las relaciones comprometidas tal como dicen?

¿O más bien desean mecanismos terapéuticos para hacerlas sin prejuicios y cargos de conciencia?
El cambio más notable constituye una desconexión entre el sexo y el envolvimiento emocional, es como un nuevo pasatiempo para establecer conexiones o relaciones sexuales sin compromiso; es decir, las citas o relaciones entre novios han desaparecido.

Nos hemos transformado en seres narcisistas, donde lo único importante somos nosotros, y nos aislamos, somos creadores de nuestro propio espacio, nos volvemos ajenos al mundo externo, entonces existe un descompromiso total, desde la indiferencia en gustos, pasando por nuestro comportamiento, el hundimiento de los ideales, para dar la bienvenida al tiempo del consumo, y el placer personalizado, especialmente el de la apariencia física. Ahora se rinde culto a la expresión y al espectáculo, resultando de ello la alineación del individuo.

Somos seres ambivalentes, que buscamos libertad en todos los aspectos, tanto emocionales como físicos, es decir, luchamos por la autenticidad, por la liberación del “yo”, la preocupación central se vuelve entonces la liberación del ego. Sin embargo, esta libertad aparente y efímera va encadenada a los medios masivos de comunicación, que dentro de esta generación forman parte crucial de la personalización, a través del bombardeo constante de estereotipos sociales.

La música tambièn juega un papel importante en este proceso de personalización, ya que ésta es el medio a través del cual buscamos refugiarnos en un ambiente sincopado por la destrucción de lo social, y sólo de esta manera lograr una neutralización, es decir, relajarse e identificarse con la música para olvidar la exterioridad de lo real. Entonces es aquí donde nos podemos dar cuenta que nos hemos perdido entre màscaras ambivalentes y... ¿Qué es la ambivalencia? Sino aquello que se presta a dos interpretaciones opuestas.
Resulta paradójico entonces, que un dato característico de esta generación sea la autenticidad. No podemos hablar de autenticidad, cuando el escenario social en el que se desenvuelve el ser ha desparecido por completo, y peor aún, se ha llevado consigo la voluntad del mismo.

El “yo” ha pasado a ser un espejo vacío, con miles de interrogantes que se han quedado estancadas en el inconciente, y temerosas esperan una respuesta que tardarà bastante para llegar, el motivo del retraso se deberá a la obsesión moderna de revelar un “ser verdadero” y aparentemente auténtico; esto quiere decir que de alguna manera el individuo se mantiene alejado de la realidad, y por ende de su propia personalidad y emociones. Este ser se mantiene inmerso y absorto, incapaz ya de desempeñar roles sociales y mucho menos de disfrutar de la compañía de terceras personas.

Se vive en total encierro, lo cual provoca indiferencia y apatía, y por lo único que se trabaja es para conseguir estatus, para poder reírme del que se ríe de mì, el respeto pasa a segundo plano, la envidia prevalece en un entorno sumamente competitivo.
Poco a poco se va perdiendo la esencia del individuo, transformado en maquina – robot, incapaz de sentir, incapaz de ser… Inconforme con lo que tiene, con lo que le rodea, probando y llevándose de todo busca encontrar lo que le satisfaga y todo es efímero y carente de sentido, de un sentido que ni él mismo conoce.

Seres hedonistas, eso es en lo que nos convertiremos, la realidad y la libertad no están ni se buscan en las pantallas del computador ni de la televisión. La capacidad de atención del hombre es limitada y debe ser constantemente instigada por la provocación, no inspirada por la ignorancia y lo superfluo que nos presentan los medios de comunicación.

Los sentidos no engañan al hombre, sino que le proporcionan los datos, e información del mundo exterior, la interpreta, la juzga y allí es de donde puede provenir el error. Cuando tenemos conciencia de ello, tenemos certeza de lo que sentimos, es como se encuentra el anhelo de precisión del pensamiento.

"El peligro del pasado era que los hombres fueran esclavos.
Pero el peligro del futuro es que los hombres se conviertan en robots."
Erich Fromm